Estudiar CELTA es como entrar en una serie sobre profesores, pero sin ensayos y con estrés real. Llegas al curso y te dicen: “Ok, mañana das clase”. Nada de “ver videos y pensar” — enseñas de inmediato. Toda la formación se basa en la práctica. Cada semana das clases reales, luego repasas tus aciertos y errores con el grupo y el formador. Créeme, aunque hayas enseñado antes, aquí hay mucho por mejorar.
Las clases son en grupos pequeños y los participantes se turnan para enseñar. No solo observas, sino que recibes feedback: dónde te equivocaste, qué no entendieron los estudiantes, cómo presentar mejor la materia. También hay sesiones teóricas: metodología, fonética, corrección de errores, creación de actividades — todo con ejemplos y ejercicios concretos.
Respecto al examen, no hay una prueba final de 3 horas sentados. La nota es el resultado de toda la práctica: cómo enseñaste, qué aprendiste, cómo hiciste las tareas escritas. El curso es el examen. Al final recibes un certificado con las notas: Pass, Pass B o Pass A. Y sí, si no te esfuerzas, no estudias ni te comprometes, puedes reprobar. CELTA es justo: trabajas → obtienes resultado.