Los antecedentes históricos se remontan a la antigüedad. Comenzó siendo una lengua de tribus germánicas y adquirió su forma única como resultado de muchas influencias y acontecimientos históricos.
Uno de los requisitos más importantes fue la conquista de Inglaterra por la invasión normanda en 1066. Este episodio introdujo en el inglés elementos léxicos y rasgos fonéticos franceses. Así, el inglés se convirtió en una lengua enriquecida con elementos culturales no sólo del mundo germánico, sino también del francés.
Los grandes descubrimientos geográficos de los siglos XVI y XVII, asociados a los Grandes Viajes, aportaron al inglés una diversidad aún mayor. Como consecuencia del contacto con diferentes culturas del mundo, se enriqueció en palabras, expresiones e ideas.
La Revolución Industrial, que comenzó en Gran Bretaña en el siglo XVIII, aceleró la difusión del inglés más allá de las fronteras del país. El desarrollo industrial propició el aumento de los vínculos comerciales y el intercambio de valores culturales, contribuyendo a popularizar el inglés como lengua internacional de comercio y diplomacia.
Con el desarrollo de la tecnología, especialmente con la invención de las telecomunicaciones e Internet, se hizo aún más accesible y generalizado.
Se ha convertido no sólo en la lengua de las transacciones comerciales y las negociaciones políticas, sino también en la lengua de la ciencia, la cultura y la comunicación interpersonal.
Así, los antecedentes históricos, desde la conquista normanda hasta las modernas revoluciones tecnológicas, han hecho del inglés una lengua internacional, reflejo de su capacidad de adaptación y apertura al exterior.